jueves, 22 de septiembre de 2016

José Tomas


En realidad no soy afecto a la fiesta brava, aunque no soy antitaurino. El sentimiento es ambivalente: por un lado es una expresión cultural que remite a la mitología que sustenta el imaginario occidental: como si Teseo intentara en la faena rescatar a Ariadna, como si Fernan Caballero narrara una y otra vez la misma corrida con distintos rostros, como si los cuernos al roce del capote fueran los pezones que se dibujan bajo la blusa mientras el torero se tira a matar; por otro lado, me parece cruel, injusto, una violación a los derechos animales, que si no son superiores deberían considerarse al menos iguales a los derechos humanos. Una contradicción insoluble... Pero aquí, lo que es importante decir es que me gusta el paso doble dedicado a José Tomás.